Bolsas de Caridad

Desde 1997, Cooperación Internacional está trabajando en Sevilla para paliar las necesidades de las personas que no tienen recursos a través de acciones de concienciación y, sobre todo, de reparto de alimentos, esto último hace ahora un año. Por medio de conciertos con entidades, consiguieron atender a unas 500 familias de toda Sevilla. Pedro Ortega Campos es el delegado territorial de Cooperación Internacional, quien señala que estos trabajos se realizan igualmente contando con las distintas asociaciones de vecinos «que nos indican dónde podemos acudir y a qué personas y familias atender».
Unos 12.000 kilos se repartieron el pasado año, y su intención es llegar mensualmente «a las 60 familias atendidas», ya que a partir de ahora «vamos a hacer lotes de productos de alimentación y de limpieza —en torno a los 33 kilos por lote—, habida cuenta de la situación que se está viviendo, donde vemos familias enteras que no tienen ni una prestación económica».
Charo es una de las personas que trabaja con Cooperación Internacional en la barriada de Las Candelarias, donde regenta un economato social sito en la calle Doctora Vieira Fuentes. «Desde aquí distribuimos alimentos a gente que viene no sólo de esta zona, sino también de Santa Teresa, Amate, Los Pajaritos... han llegado a venir incluso de Palmete». El economato, vinculado a la Asociación de Vecinos Santa Teresa-Amate, surgió como un proyecto de empleo del Ayuntamiento «pero ha ido derivando conforme a la situación», señala Charo, que precisa que «ha aumentado el número de familias que vienen a pedir algo de alimentos porque no tienen nada y en las que viven padres, hijos y nietos». Atiende a unas 50 ó 60 familias, muchas de las cuales, «te piden cosas fiadas. La desesperación es muy mala, y más en un barrio como éste. No se trata de controlar, sino de llevar comida a la mesa de estas personas».
En la barriada Jesús, María y José, la Asociación de Vecinos «Hércules» es la que canaliza las ayudas a las personas que realmente lo necesitan. Esperanza es su presidenta y la persona que se vuelca diariamente. «Son unas 50 las familias más necesitadas en esta zona —aclara—, que no quiere decir que haya más, pero hablamos de gente —en las llamadas las torres de Hércules— sin agua, sin luz, sin ropa... y cada vez viene más gente preguntando por nosotros de otros barrios, como Torreblanca e incluso Pino Montano». Comida y ropa pero, también, «comprensión, ayuda y apoyo. Ellos necesitan de la palabra de aliento», precisa Esperanza, quien alaba la colaboración de Cooperación Internacional «en barrios como éstos».
Las Hermandades y Cofradías de Sevilla juegan un papel fundamental en toda la cuestión de caridad. Y no ahora precisamente, sino desde hace muchos años. No hay que olvidar que la bolsa de caridad del Gran Poder, que ya tiene más de medio siglo de vida.
Esta corporación ha estudiado, desde el pasado mes de octubre, un total de 112 expedientes, cuando en el anterior ejercicio —de octubre a octubre— fueron 158. «Se prevé que el número de expedientes sea muy superior al anterior, cifra que no se veía hace muchísimo tiempo».
Igualmente, señalan que el perfil de los peticionarios «ha cambiado radicalmente. Han desaparecido los indigentes e inmigrantes y han sido sustituidos por personas de clase media a las que se les acaban las prestaciones». La petición más demandada en los últimos tiempos «es la de alimentos y recibos de suministros básicos. También rentas e hipotecas».
La bolsa del Gran Poder no hace distinción de ningún tipo en relación con la procedencia del peticionario, su condición creencia... «cada problema se estudia intentando buscar la mejor solución estos tiempos tan difíciles». Asimismo, la bolsa del Gran Poder participa y ayuda económicamente con otras instituciones religiosas. Destina en total más de 100.000 euros a todo ello.
La otra gran bolsa de caridad es la de la Hermandad de la Macarena. Desde el ejercicio de 2009 se han atendido 933 casos, la mayoría de ellos recibos pendientes, alquileres, hipotecas, luz, agua y, por supuesto, alimentos, además de demandar un trabajo —para ello tiene una pequeña bolsa de trabajo—.
A esta bolsa llegan personas «de todas partes» y aunque se da prioridad a hermanos y feligreses, «se ayudan a familias que no dan estos perfiles». Precisamente, el perfil del usurario «ha cambiado, ya no se trata de personas sin recursos sino familias que no tienen ningún tipo de ingreso, notándose el incremento con respecto a otros años», de tal manera que a esta bolsa acuden «familias enteras», lo mismo que los jóvenes».
De 2005 a 2009 la Hermandad de la Macarena ha destinado 588.530 euros a ayudas no sólo directas de la bolsa, sino también colaborando con distintos proyectos de la Iglesia —Cáritas, conventos, comedores, becas, economato social y residencias—.
Otras apuestas son las de los economatos sociales. Uno de ellos es el de la Fundación Casco Antiguo, conformado por casi 40 hermandades de Sevilla. Situado en la calle Narciso Bonaplata, cada hermandad documenta por medio de un carné a las distintas familias acogidas, que sólo pagan el 25% del precio-costo final del producto. El 75% restante lo aporta la propia hermandad. En 2011 éstas aportaron 260.184,19 euros, asistiendo mensualmente a un promedio de 400 familias. Desde la dirección del economato se resalta que el perfil del usuario está cambiando, «siendo cada vez más frecuentas los casos de familias normalizadas con circunstancias económicas bastante graves. El economato también atiende a conventos y asociaciones.
Otro de los economatos es el de «Miguel de Mañara», de la Hermandad de la Santa Caridad y la Hermandad de La Paz. Las familias registradas reciben un vale que una vez al mes «lo canjean por una bolsa de alimentos de primera necesidad. Tantos kilos como componentes de la familia. El necesitado no paga nada».
En la actualidad se atiende a más de 400 familias mensualmente. En 2011 se repatieron más de 60.000 kilos de alimentos. La Hermandad de La Paz aporta el 25% de la cuota de caridad de los hermanos y unos 15.000 kilos de alimentos. Y como en los demás casos, el perfil de usuarios ha variado, ya que además de los habituales de barrios marginales, «se han unido familias que nunca antes habían pasado estos problemas».