A Rafael González-Serna, pregonero de la Semana Santa de Sevilla
de 2016, nadie le puede recriminar que no sea honesto. A su pregón, mucho antes
de que lo pronunciara, se le añadió la etiqueta de innovador y él mismo se
afanó en recalcar una y otra vez que lo que iba a hacer sobre las tablas del
Teatro de la Maestranza este Domingo de Pasión ya lo habían hecho otros en años precedentes.
Y, por supuesto, que el suyo iba a ser un pregón para el pueblo. Y así ha
ocurrido.
Porque es indudable que el de Rafa Serna ha sido un pregón de
estructura clásica, de lugares comunes, de declamación encendida, de versos
pegadizos y música, mucha música. Porque si por algo ha de pasar su pieza a los
anales de la intrahistoria cofrade de la ciudad es por haber estado preñada
de momentos musicales, siguiendo la estela marcada el pasado
año por su predecesor en el atril, el poeta Lutgardo García, quien culminó su
disertación acompañado por los últimos compases de la marcha Estrella
Sublime.
La música se hizo presente en el pregón de González-Serna en dos
momentos clave del acto. La primera, justo en el arranque de su intervención.
Asumiendo el
rol de un capataz, condujo a un paso imaginario llamado Sevilla
a flanquear la puerta de su templo y salir a la calle a vivir su Semana Santa,
culminando la faena con los sones de la Marcha
Real.
Apenas cinco minutos después de haber tomado la palabra, el
cantautor sevillano conseguía levantar
al público de sus butacas (la primera de las cuatro veces
que lo hizo) con una carta de presentación efectiva y efectista.
Aunque el gran momento musical del pregón llegó en el apartado
dedicado a las cofradías del Martes y el Miércoles Santo. Una pieza de ocho
minutos a modo de colchón musical elaborado a base de un
popurrí de marchas profesionales muy populares -Nuestro
Padre Jesús, Candelaria, Esperanza
Macarena o Corpus
Christi, entre otras- sirvieron en bandeja uno de los pasajes más
icónicos -y esperados, puesto que ya se había anunciado este apartado musical- de
este pregón para deleite de los cofrades sevillanos, que ya han elevado la
pieza de González-Serna a su particular Olimpo de los pregones sevillanos.
Porque al común de los cofrades el pregón de este cantante de la
Cuesta del Rosario, famoso por su canción Se
te nota en la mirada o por el himno del centenario del Real
Betis Balompié, parece que le ha gustado. Y mucho. Señal inequívoca de ello
fueron los continuos aplausos con los que el público del Maestranza interrumpió
al pregonero (en más de veinte ocasiones), los innumerables
'oles', las mencionadas ovaciones en pie o las continuas
muestras de apoyo, reconocimiento y aplauso vertidas en las redes sociales.
Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿qué pregón de Semana
Santa es el que más le gusta a los cofrades sevillanos? ¿Uno como el ofrecido
por Rafael González-Serna este año u otro de un corte más similar, por ejemplo,
al del mencionado Lutgardo García, quien dio a luz una cuidada pieza literaria
en la que escenarios
poéticos inéditos dibujaban la Semana Santa sevillana?
Parece que la respuesta está clara.
Por lo manifestado tras el pregón de este año, a la Sevilla
cofrade le
gusta el verso fácil y que bebe directamente del patrón
oro de los pregones marcado hace 60 años por Rodríguez Buzón, y por las
estructuras y escenarios fácilmente identificables, como lo representado este
Domingo de Pasión en el atril del Maestranza, donde González-Serna siguió la
nómina habitual de cada día para no dejarse a ninguna hermandad en el tintero.
Un apartado por cada día de la Semana Santa, con honrosas
excepciones, como el dedicado en exclusiva a Santa Cruz (su cofradía y la de su
padre, a quien dedicó su pregón junto al periodista de ABC de Sevilla Fernando
Carrasco, recientemente fallecido), a Pasión, a la Esperanza de
Triana o al Gran Poder y la Macarena.
Fue precisamente en estos últimos dos capítulos donde se pudo
disfrutar de un texto más profundo y de los pasajes más emotivos. De un
pregonero que, en un lenguaje sencillo, era capaz de hablar de tú a tú a los titulares
de estas dos hermandades,levantando
incluso algunas risas en su particular conversación con el
Señor de la Sentencia, y rematando su pórtico literario de la Semana Santa de
Sevilla con unos versos dedicados a la Esperanza Macarena.
Aunque aseguró que no
haría referencia expresa a temas políticos en su pregón, fueron muchos los
mensajes directos